Treinta de Marzo del 2020, hoy hubiese sido el primer día
tras 15 días de cuarentena, pero, como muchos esperábamos, no ha sido así.
Las redes están inundadas de cosas que vamos a hacer una vez
pase todo esto, sin embargo, deberíamos ir un poco más allá.
Es cierto que esta no es una situación fácil, ni esperada,
es algo que nadie preveía y que nos ha pillado a todos por sorpresa. Pero es
que la vida es eso, no siempre controlamos todo lo que pasa, no siempre depende
de nosotros, lo que sí depende de nosotros es el cómo afrontar la situación, si
somos capaces de hacer autocrítica y aprender.
¿Por qué digo esto? Porque ahora todos nos quejamos de estar
en casa pendientes de un móvil, sin poder salir, ni abrazar, de asomarte a la
ventada y no ver gente, o de que salir al supermercado sea lo único que podemos
hacer.
Quizá, deberíamos pararnos a pensar en que esto es un aviso
de “hacia los que íbamos”, quizá esta pandemia sea solo uno pesadilla de lo que
podía haber sido, como esas películas que utilizan el fantasma del “pasado-presente-futuro”.
En mi opinión nos habíamos virtualizado, creo que es una
rotunda verdad… la gente iba del trabajo a casa y de casa al trabajo, obviando
el fin de semana. No llenábamos las calles saliendo de compras al pequeño
comercio ni al grande, preferíamos las compras por internet, el hacerlo
cómodamente desde el sofá, a sólo un click.
Las personas quedaban para tomar algo, cenar o pasar un rato
con amigos y estaban pendientes de su teléfono móvil, teniendo una conversación
con alguien que no tenía delante, que no podía verle la mirada, que no podía
tocar, abrazar ni besar.
¿Y ahora? Ahora nos quejamos de calles desiertas, y
persianas de los comercios bajadas… cosa que hubiese pasado con el tiempo si
nos dedicábamos a las compras por internet. Nos quejamos de no poderte parar en
la calle a hablar con alguien, cuando antes no lo hacías porque si salías normalmente
ibas con prisa o con la mirada pegada al teléfono, de manera que no te dabas
cuentas con quién te cruzabas. Ahora nos quejamos de no poder reunirnos con
amigos y que la única manera de hacerlo sea vía el móvil.
¿No veis la paradoja? Lo que hacíamos, lo que estábamos
construyendo porque estábamos más pendientes de la comodidad, de mirarnos el
ombligo y seducidos por la tecnología… nos ha estallado en la cara.
Ahora, en nuestra mano queda, volver a lo de antes y acabar
convertidos con el tiempo en lo que tenemos ahora o… desconectarnos las gafas
virtuales y comenzar a mirar con nuestros ojos reales.
Depende de nosotros el llenar las calles saliendo a comprar
a los comercios de las ciudades para que sigan vivas, llenar las terrazas de
carcajadas en lugar de hacerlo del ruido de dedos tecleando las pantallas. Quitarnos
el disfraz de robots y ponernos el de humanos…porque si algo hemos comprobado
con este confinamiento es, que nada sustituye el mirar a los ojos.
En nuestra mano queda convertir esta circunstancia en un
volver a empezar, en volver a ser robots que necesitan baterías para funcionar,
o el ser humano que vive a base de latidos.
Yo lo tengo claro, ¿y tú?